domingo, 25 de marzo de 2012

No entiendo como puedes hacer algo y defenderlo hasta el final sabiendo que está mal. Sabiendo que otras personas van a salir mal paradas por culpa de tu irresponsabilidad. Algo que te hace feliz a ti tal vez durante unos meses, hasta que te canses y te enfrentes a la cruda realidad, vuelta al mundo en el que vivimos. Porque hay cosas que son para toda la vida, y ya no vas a tener opción a arrepentirte: ya lo has hecho. Ya no hay vuelta atrás.  Pero te jode que puedan "criticar" tu acción, cuando sabes perfectamente que están en lo cierto. ¿Cómo se te ocurre ser tan sumamente egoísta de solo pensar en tu satisfacción?

En estos momentos recuerdo a esa gente que proclama a los cuatro vientos que aman a los animales. Compran uno, disfrutan de él, hasta que se cansan de cuidarlos, y los abandonan en cualquier lugar de la calle. Pero con esto no vas a poder hacer lo mismo. Con esto no.

lunes, 16 de enero de 2012

Cada segundo.

Una vez le preguntaron a Lewis Hine, un fotógrafo de guerra, que porqué había elegido esa profesión. Él contestó que si pudiese contar con palabras todo lo que veía, no necesitaría cargar todo el día con una cámara de fotos... Que ciertos momentos de belleza, de desolación, de horror y de heroísmo estaban más allá de las palabras. Yo también lo creo. Hay cosas que no podemos explicar con simples palabras, cosas como seguir vivos, sentimientos como el amor y el compromiso, o sensaciones como volver a abrazar a un amigo. Quizá por eso nuestra vida se compone de imágenes, momentos congelados en el tiempo para siempre, de decisiones que cambian sin remedio el rumbo de las cosas, de fotografías fijas guardadas en la memoria que nos recuerdan cada segundo lo hermoso que es vivir.

sábado, 14 de enero de 2012

A veces hace falta que hagáis esas cosas para darnos cuenta de lo que realmente sois o pretendéis. Ya me había dado cuenta desde hace tiempo de cómo eres. Y (a mí) no me gusta. Pero no voy a darle vueltas a algo que ya no forma parte de mí. Es un adiós sin despedida de tu parte. Si crees que haciendo las cosas así se acaba todo, es porque no eres como yo pensé en su momento. Pero yo no soy como tú. Y por eso, no voy a criticarte a tus espaldas. Creo que de esto ya queda poco por hablar.
 
Feliz sábado, sí, hoy sí... ♥


miércoles, 4 de enero de 2012

.

Ese punto al que llegas cuando parece que no puedes aguantar más. Que tu límite está rebozando descaradamente, y te das cuenta, mientras que tienes que callar y tragar. Estoy harta, cansada. Harta de suposiciones, mentiras, críticas. ¿Qué más os importará a vosotros mi vida o lo que haga con ella? A mí la vuestra no me importa en absoluto. Dejad de "opinar", verbo que utilizáis para buscar una autodefensa a lo que realmente estáis haciendo. Dejad de suponer que me irá mal o me irá bien, haga lo que haga o pase lo que pase en mi vida, no es asunto vuestro. Y punto.







En el instituto, en cuarto curso, nos explicaron la teoría de un sociólogo, un tal Maslow, que decía que todos buscamos las mismas siete cosas en la vida. Él lo llamó la jerarquía de las necesidades humanas. Lo primero que buscamos es la supervivencia; la salud que nos permita seguir viviendo. Lo segundo es la seguridad, sentirnos protegidos, a salvo en nuestra casa. Después está el amor. Según Maslow nadie puede vivir sin tener amor o sin buscar el amor. La cuarta es el respeto; que los demás valoren lo que hacemos, nuestras decisiones, aunque nos equivoquemos. Le sigue la necesidad de entender, de conseguir explicar por qué la gente toma decisiones que nos duelen. La penúltima necesidad humana es la estética o espiritual, sentirnos parte de algo especial y único, el plan perfecto de nuestras vidas. Y la última, la autorrealización; intentar encontrar nuestra auténtica naturaleza; lo que somos realmente. Hace tres meses que él se marchó a trabajar y vivir fuera, lejos de aquí. Maslow diría que está llevando a cabo la séptima de las necesidades humanas, pero Maslow no tiene ni idea de lo que es despertarse abrazada a él, así que se puede meter su teoría por donde le quepa. Porque lo único que buscamos todos en la vida, lo único, es ver a la persona que queremos cuando abrimos los ojos por la mañana.





lunes, 2 de enero de 2012

¿Quién sabe?



Resulta que después de todo la vida está plagada de senderos, por llamarlo de alguna manera, los cuales no podemos ver ni palpar de ninguna forma, pero ahí están. Cada uno tenemos los nuestros, al igual que también tenemos una forma de caminar por ellos. Hay gente a la que le gusta disfrutar del paseo y caminan despacio para aprovechar al máximo la experiencia. Por otro lado, hay para quien los senderos son solo un lugar por el que pasar fugazmente y a tanto llega este pensamiento que también hay personas que los recorren a gran velocidad con el animo de ver cuanto más mejor. Si nos paramos a pensar un poco en esto, resulta que es más interesante de lo que parece a simple vista y desde luego más difícil de entender, o al menos a mí me lo parece. Había estado pensando prácticamente desde siempre que estos caminos eran las partes aparatosas de nuestros objetivos (una especie de pasos previos que tenemos que hacer a la fuerza, porque nadie regala nada a fin de cuentas), y por lo tanto no podía haber nada en este mundo que fuese más nuestro que el sendero que seguimos. Pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que igual que hay muchas personas con un objetivo en común, también hay muchos caminos comunes a diferentes personas. Y siguiendo un poco con la metáfora de los caminos, ¿si una pequeña ruta se vuelve mas transitada con el tiempo no se incrementa su dimensión para hacerla más fácil de transitar? Acabaría así siendo una carretera para que más de uno pudiese ir sin quejas y con tranquilidad, cada uno a su ritmo.

Afortunadamente hasta el año pasado siempre había circulado por esta carretera de objetivos con mis conocidos, e incluso tuve la misma suerte de ir a la misma velocidad que ellos. Pero de repente un día me salí por la cuneta, me quedé tumbada en el suelo observando lo cruel y frustrante que puede ser el mero hecho de quedarte aparcado a un lado viendo como los demás avanzan. Ahora sé que nuestras carreteras podrán cruzarse o pasar cerca, quizás en una intersección o en un puente volvamos a tener el mismo sentido durante un breve lapsus de tiempo. Gracias a los pequeños imprevistos que ofrece la vida comprendí (o almenos algo mas de lo que ya sabía) la importancia de tener nuestros objetivos y perseguirlos a nuestra manera, que aunque esto lo pasemos por alto en el día a día, es lo que más echamos de menos cuando nos privan de ellos.